Sillas vacías 

Por Pablo Urrutia

Existe en el Concejo Deliberante de Paraná, desde hace un tiempo a esta parte, un nicho para concejales random que ofician de tercera fuerza. Actualmente, es ocupado por Paraná Futura, la forma local de Políticas Para la República, un espacio relativamente nuevo que sólo logró hacer pie en la capital entrerriana. Las elecciones 2023 presentan un desafío para esa fuerza: sortear la inconstancia del electorado que le pone nombre a las dos bancas que completan el HCD; y a su vez, una oportunidad para quien logre captar el interés de esos ciudadanos y ciudadanas, aparentemente dispuestos a avalar con votos aquello que resulte novedoso.   

Emiliano Murador y Anabel Beccaría, llegaron al Concejo surfeando la ola que se montó en torno a Armando Sánchez, el candidato a intendente de Paraná Futura, un ignoto de la política local que logró abrir una brecha en una elección polarizada, captando ese electorado que se diferencia de las ofertas más taquilleras. Los más de 15 mil votos obtenidos por su propuesta en 2019, fueron considerados un hecho excepcional y asombroso por algunos medios. El propio Sánchez, dejó plasmada esa impresión en la página de su partido, donde describe aquél resultado como “un hecho nunca realizado antes por una fuerza política que no provenga de los partidos tradicionales”. Esto es cierto en parte. Una ojeada rápida al recuento definitivo de las generales de hace tres años, permite hipotetizar una posible migración de votos del oficialista Frente CREER Entre Ríos, en su propuesta para la gobernación, hacia Sánchez para la intendencia. En la capital entrerriana, el gobernador Gustavo Bordet obtuvo algo más de 85 mil votos para su reelección, en tanto que el intendente Adán Bahl alcanzó el triunfo superando levemente los 70 mil votos. Los números cierran aunque, como diría un conocido dirigente peronista, en política, dos más dos no es igual a cuatro. 

No obstante, es cierto que, amén del posible perfil de ese electorado, es la primera vez que quienes lograron captarlo no responden a una escisión del peronismo, como venía sucediendo desde que se inauguró esa brecha en el bipartidismo local.  

El quiebre se dio en 2003, producto del proceso de reconfiguración de los partidos políticos y la crisis de representación política que cristalizó el estallido de 2001. Ese año, Aldo Bachetti y Jorge Maier, con el frente de la Concertación Entrerriana (Nuevo Espacio – Movimiento Social Entrerriano), inauguraron las dos bancas que hoy detenta Paraná Futura. Su origen estaba claramente anclado en el PJ, del que lograron diferenciarse suficientemente. Más tarde, kirchnerismo mediante, Bachetti volvió a las filas del peronismo como funcionario del primer gobierno de Sergio Urribarri y Maier, siguió su rumbo junto a Juan Domingo Zacarías, actual diputado de Juntos por el Cambio. 

Para el período 2007/2011, la Concertación Entrerriana ya había perdido fuerza, logró imponer un solo concejal, Emanuel Martínez Garbino, antes del declive definitivo. La otra banca, la ocupó Martín Uranga, en representación de otra diáspora peronista muy recordada. La que protagonizaron Julio Solanas y Enrique Cresto, con la lista 100, enfrentando al candidato del PJ, Sergio Urribarri, ganador en esas elecciones.

En 2008, la pelea del Gobierno nacional con los empresarios agropecuarios por las retenciones móviles, significó un nuevo quiebre en el peronismo nacional que impactó en la provincia y se trasladó a su capital. La pelea Busti – Urribarri, se corporizó en 2011, cuando Enrique Ríos, Alicia Portillo y Graciela Berón, ingresaron al HCD por el Frente Entrerriano Federal. El radicalismo, sumido en la espiral decadente que inició la debacle del gobierno de la Alianza, tuvo su marca más baja, con tan sólo tres ediles; en tanto que un solitario Marcelo Hadad, dio cuenta del mejor score alcanzado por el socialismo en Paraná. La división del PJ hizo que, paradójicamente, el período 2011/2015, bajo la intendencia de Blanca Osuna, estuviese marcado por una ostentosa mayoría peronista en el ámbito deliberativo local. Sumando la vertiente nacional y popular a la ruralistas friendly, las y los ediles con raíz en el movimiento fundado por Juan Domingo Perón, contaban 11 bancas sobre 15. 

La ola amarilla que llevó a Mauricio Macri a la presidencia, rescató de la adversidad al radicalismo y le dio a Sergio Varisco su segunda oportunidad al frente del Ejecutivo paranaense. De la mano de Cambiemos, el partido centenario contó ocho bancas en el Consejo, en tanto que el Frente Justicialista Para la Victoria obtuvo cinco lugares. El FEF, resultante provincial del cisma peronista, mutó en Frente Renovador, encabezado por Sergio Massa a nivel nacional, que tuvo a Adrián Fuertes, candidato al Ejecutivo, y Jorge Busti como sus principales armadores. En la capital, habilitó a Silvina Fadel y Luis Díaz, concejales en la lista que llevó a Fernando Quinodoz como propuesta para la intendencia. 

Duró poco el FR, Fuertes, Busti y Quinodoz volvieron al origen con la llegada de Gustavo Bordet a la Gobernación. Fadel y Díaz quedaron a la deriva, proclamando una pertenencia política que ya no existía en el plano de lo real y no tardaron en convertirse en aliados de Sergio Varisco, enfrentado con su vice, Josefina Etienot. Díaz fue un poco más allá, tal vez intuyendo la naturaleza inestable del electorado en que se sostenía su banca. Directamente se contó como un concejal más del radicalismo y posteriormente integró la lista con que Sergio Varisco intentó su reelección, mientras todo se derrumbaba a su alrededor. 

Hoy resulta difícil dar con el paradero político de Fadel y Díaz. Algo de lo que Paraná Futura debería tomar nota.

2023 se presenta electoralmente con un peronismo provincial férreamente encolumnado bajo la figura de Gustavo Bordet, a quien un contexto durísimo le ha permitido sortear el síndrome del pato rengo. Se acotan los tiempos para desplegar estrategias políticas competitivas, las chances de un intento por fuera, como en otros tiempos, son impensadas. Hasta el más audaz de los caciques peronistas sabe que sacar los pies del plato del bordetismo, es marchar al desierto.

Otro tanto sucede en Paraná, donde Bahl se permite enrolar sin premura un improbable salto a la Gobernación, cómodo en la seguridad de un segundo mandato en el Ejecutivo local, algo que no le permitiría la Constitución, si se lanzara a la aventura provincial y lograra la hazaña de un triunfo que se proyecta arisco.           

Tampoco en el espectro PRO – UCR habrá candidaturas por fuera de la Alianza. La decisión de Lucía Varisco de jugar por dentro, que hace transpirar a Emanuel Gainza, le trae una brisa rediviva a Políticas Para la República, pero también habilita a otros en la disputa por el tercer lugar en el podio. 

Al espacio comandado a distancia por Milan Jelić, se le esfumó muy rápido el olor a nuevo y, a la volatilidad del electorado que le dio vía a sus jóvenes ilusiones, debe sumarle sus propios límites, que casi puede tocar con las manos. Encerrado en la estrategia de desglosar en proyectos de ordenanza su plataforma de gobierno municipal, quedó lejos de los reclamos y problemáticas de las ciudadanas y ciudadanos capitalinos y, por momentos, sus ediles parecen confundidos en un escenario que no conocen y parecen despreciar, el de la política realmente existente. Los medios de comunicación, inicialmente entusiasmados con la novedad, parecen hoy ateridos ante la campaña permanente de los republicanos, fatal para un espacio pequeño en política. 

La experiencia muestra que lograron trascender quienes se incorporaron a espacios más amplios que si bien los absorbieron, también les dieron un lugar en el cual seguir habitando el ámbito de la política. Ese electorado flotante que desde 2003 le pone nombre a una tercera fuerza en el HCD, sólo da una oportunidad y la impresión es que, el armado que encabezó en su momento Armando Sánchez, no ha sabido explotarla con eficacia.    

El año que viene sugiere el siguiente escenario para quienes podrían ser participantes de este baile de la silla que se renueva cada cuatro años: El Socialismo bajó las banderas; el MST – Nueva Izquierda, nunca se tomó enserio una construcción electoral competitiva a nivel local, abrazado a consignas internacionalistas o ambientalistas que tienen un techo demasiado bajo y pueden ser fácilmente cooptadas por propuestas más potentes y globales, las reivindicaciones feministas donde tiene presencia, son sostenidas principalmente por el peronismo kirchnerista, y no alcanzan por si solas para sumar una cantidad significativa de votos. 

Es el vecinalismo asociado a los libertarios, carreteando con Sebastián Etchevehere como piloto, quien puede tomar vuelo empujado por el viento de cola de la figura de Javier Milei, y poner a prueba si lo de Políticas Para la República fue algo más que un amor de verano.